Por JAVIER DE MONTINI / Fotografías: DOLORES DE LARA
28/10/2016.- Se nos ha ido, qué pena, Agustín Trialasos, compañero de toda la vida en el periodismo y siempre amigo. ¿Cómo decirle adiós? Me niego a llenar el hueco que deja en mi. Acierto pleno el de Alberto Cortez: “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío, que no lo puede llenar la llegada de otro amigo… “ Imposible llenar ese vacío porque, además, la amistad de Trialasos es eterna. Sí, sí, eterna tal cual la que definen los versos de nuestro clásico José Zorrilla: “Amistad nunca mudable/ por el tiempo o la distancia,/ no sujeta a la inconstancia/ del capricho o del azar,/ sino afecto siempre lleno/ de tiernísimo cariño,/ tan puro como el de un niño,/ tan inmenso como el mar”. Esa amistad afloró nada más conocernos en los primeros años sesenta en Madrid.
El, de Extremadura. Yo, de Asturias. Los dos tratando de abrirnos paso en el periodismo. Nacido el 29 de diciembre de 1940 en Villanueva de la Vera (Cáceres), Agustín Trialasos se había venido a la Villa y Corte muy joven, a cursar el bachillerato en el colegio de los Padres Capuchinos de Getafe de donde pasó a la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, pero enseguida se dio cuenta de que se había equivocado de carrera. No se veía médico, le iba más el oficio de actor.
Le atraía el cine. Además le veían guaperas y con planta de galán. Creo que llegó a ponerse antes las cámaras con un papelito en “Canción de juventud” y así, en el rodaje, conoció a Rocío Dúrcal. No vio nada claro el camino y se metió en el periodismo, ahora me doy cuenta de que nunca le pregunté por qué desistió de ser artista.
Este día recibimos el sabor agridulce de la vida "La naranja y el limón"
Todas sus entrevistas y reportajes se publicaban. Supo que su porvenir estaba ahí, en el periodismo. Mil veces me ha recordado lo feliz que se sintió cuando en 1965 me relevó en el cargo de redactor jefe de SUNC al incorporarme yo a la agencia EFE. Después, en 1972, casi a la vez que yo era contratado por Julio Bou Gibert para montar la redacción de la revista “Lecturas” en Madrid, Agustín Trialasos entraba en el “Diez Minutos” de Joaquín Valdés que entonces dirigía Javier Alonso Osborne y que más adelante dirigieron Jesús Locampos y Cristina Acebal. Ahí, en “Diez Minutos”, alcanzó los muchos y grandes éxitos de su brillante y ejemplar trayectoria profesional y ahí fue feliz, de reportero estrella y de redactor jefe, hasta su jubilación a últimos de diciembre de 2006. Son muchos los lectores que aún disfrutan con el recuerdo de la serie de entrevistas/reportajes que Agustín Trialasos realizó con Antonio Cuenca de fotógrafo: “Famosos en la intimidad”.
O sea, famosos en sus casas. Ni que decir hay que a Agustín Trialasos, por su buen hacer, todos le abrían las puertas. Trató muy de cerca a las grandes figuras del momento. Admiraba a los artistas, era bastante mitómano. Eso sí, artistas de verdad, profesionales auténticos, personajes relevantes del cine, del teatro, de la canción, de la televisión, de los toros, de la moda, de la vida social… Nunca faltaba a los concursos de belleza. Desde los años sesenta, Agustín Trialasos siempre cubrió la información del concurso de elección de Miss España y de Mister España.
Se sabía de memoria el listado de “misses” desde Carmen Cervera, ahora baronesa Thyssen, hasta la última, Mireia Lalaguna, actual Miss Mundo. Agustín Trialasos era uno de los miembros fundadores de la Peña Periodística Primera Plana que, a primeros de los año setenta, creó el inolvidable Hugo Ferrer, corresponsal en medios argentinos en España y hombre que trabajó la comunicación y las relaciones públicas de grandes estrellas del espectáculo. Recuerdo que, dentro de la Peña Primera Plana, Trialasos fue de los más activos en la puesta en marcha de los premios Naranja y Limón ampliados sucesivamente con otros galardones como el “Jorge Fiestas” de cine en memoria de aquel periodista malagueño que en sus crónicas y las tertulias del pub “Oliver” nos contaba las más divertidas y graciosas anécdotas del Hollywood más esplendoroso. Agustín era muy de “Oliver”, también de “Bocaccio”, yo fui más del “Café Gijón”.
Al igual que en la Peña Primera Plana, también coincidimos en el jurado del premio “Longplay” - para cantantes- que fue creado por Paco Santos en una discoteca cuya vida, al igual que la de “Florida Park”, “Joy Eslava”, “Pachá”, “Archy” y “Oh, Madrid!”, ha quedado para historia de las noches de Madrid y de la llamada “movida”.
En un trato cordial con los famosos, Trialasos siempre supo respetar los limites de la intimidad que cada cual requería como también él se marcó para sí mismo. Durante muchos años, Agustín vivió muy pegado a la familia. Soltero vocacional, yo le veía “enmadrado”. Realmente, colgados uno del otro, madre/hijo. Insisto: Siempre fue generoso en amistad, pero el gran amor de su vida fue su madre, Marina, a quien le encantaba sorprender con mimos, con regalos y con las preciosas flores que él cultivaba en la terraza de su casa convertida en jardín.
Cuando ella faltó, Trialasos lo pasó mal, francamente mal, pero no le fallaron ni sus parientes - sus queridas Araceli, sobrina, y Maribel, prima- ni los compañeros ni los amigos. Compañeros y amigos de la profesión y amigos, maravillosos amigos, de la farándula a los que incluso gustaba de acoger en su casa, tanto en la de Madrid, al lado de Las Ventas, como en la de Villanueva de la Vera (Cáceres) en la que, en vacaciones de verano, de Semana Santa o de escapadas, hospedó a Rocío Jurado, a Maria Jimenez, a Marisa Medina, a Pepe Sancho, a María Kosty, a Reyes Monforte, a Valentín Paredes que, en estas últimas semanas, se ha desvivido por estar siempre al lado y alentar su ánimo.
Hay que reconocer que Agustín Trialasos se sentía muy madrileño, sí, pero a la vez muy extremeño y muy cacereño de la Vera, tentándonos una y otra vez con los encantos de Villanueva de la Vera, con el pimentón de la Vera, con la hermosura del Tietar, con los milagros del Cristo de la Buena Muerte y con la leyenda de la serrana de la Vera que en su tiempo sirvió de inspiración a Lope de Vega y Luis Vélez de Guevara. Cumpliendo su voluntad, a Villanueva de la Vera irán sus cenizas.
Y termino: En la madrugada del 27 de octubre de 2016, Agustín Trialasos Velasco ha despegado de este mundo rumbo a más allá, pero “la muerte no es el final”.
En la otra orilla le aguarda, nos aguarda, la vida eterna y ahí volveremos a encontrarnos, querido amigo. Ahí, cuando Dios disponga, volveremos a reír juntos recordando tantos y tantos hermosos momentos compartidos en más de cincuenta años de periodismo, compañero.
¡Compañero del alma, compañero!
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